TRANSFERENCIA DE PODER

El Señor había desechado a Saúl como rey, y Saúl estaba consiente de eso, Él intentaba ungir a alguien más para tomar su lugar—un habitante cuyo corazón era devoto a Dios. Saúl no obstante, no quería renunciar al trono (una extraña ironía para alguien que estaba renuente a aceptar en un principio), y veremos luego que estaba dispuesto a matar a cualquiera que intentara ascender a el.

Aun así, El Señor llamó a Samuel a ungir un nuevo Rey. El tenía que viajar a Belem, donde encontraría un hombre llamado Isaí, y el Señor le señalaría cual de los siete hijos de Isaí sería el escogido de Dios. Ésa no era la primera vez en que Dios le daba a Samuel palabra de profecía que no sería muy bien recibida. Y Samuel entendiblemente temía por su vida. Al final, no obstante, obedeció al Señor y se dirigió a Belem.

David era solo un jovencito la primera vez que sabemos de el, pero él ya había desarrollado por mucho un carácter piadoso. El había servido a su padre como pastor, una posición que involucraba trabajo muy duro y poco reconocimiento. Aún así David no había desaprovechado esa tarea, sino que había usado esa baja posición para aprender muchas habilidades—incluyendo escribir poesía y música. Esas habilidades estaban por convertirse en algo muy útil, ya que El Señor le llamaba de pastorear animales a pastorear a Su gente.